Historia de EL PAÍS
Retorcido por el Olympiacos, un Barcelona de garrafón
desaprovechó la prerrogativa lograda en la fase regular de la Euroliga, la ventaja de campo en
los cuartos. Los azulgrana, solo maquillados por el juego alegre de Ricky Rubio, no dieron una,
sometidos por la defensa y el físico del rival.
Se notó de inicio el titubeo
generalizado, el saber que ya no hay repesca tras la eliminatoria. No atinaba el Barcelona, de
muñeca torcida -cinco tiros seguidos sin hacer chof-, y el Olympiacos le seguía la estela hasta
que se refugió en Fall, balones a la botella para que sus centímetros y cadera descompusieran a
Vesely, seis puntos de carrerilla, gobernador del cuarto. Pedía calma Grimau desde el banquillo,
pero en la cancha ocurría lo contrario, al punto de que se contaron algo más de cuatro minutos
hasta que su equipo hizo diana, hasta que Vesely se expresó desde la línea de tiros libres.
También se significó Williams-Goss desde el perímetro y cuando llegó la primera canasta en juego
de los azulgrana, el Olympiacos ya había puesto tierra de por medio -siete puntos-, una bofetada
de bienvenida. Pero a Parker, que se rige por otras leyes, que nunca se sabe si está en el
parquet o en su porche de Illinois, tanto le dio. Reclamó el balón y el protagonismo, y con eso
bastó para cerrar el prólogo entre estrecheces (18-19). Duró poco.
BARCELONA, 75
– OLYMPIACOS, 77
Barcelona: Satoransky (0), Laprovittola (9), Kalinic (6), Parker (13) y Vesely
(3) -quinteto inicial-; Da Silva (4), Rubio (10), Hernangómez (13), Abrines (11) y Jokubaitis
(5).
Olympiacos: Walkup (0), Canaan (14), Peters (1), Sikma (4) y Fall (11) -quinteto inicial-;
Williams-Gross (15), Wright (4), Larentzakis (2), Brazdeikis (2), Petrusev (12), Milutinov (3) y
McKissic (9).
Parciales: 18-19; 17-25; 19-17; 21-16
Árbitros: D. Javor (Esl), T. Hordov (Cro) y R. Peerandi (Est). Eliminados Walkup y Fall.
Palau Blaugrana. 7.328 espectadores.
Intenso y efervescente tras la pérdida, el Olympiacos lograba cortar las líneas del primer
pase para que el Barça no pudiera definirse con esas transiciones hipersónicas que tanto le
gustan, para que el duelo se encuadrara entre ataques estáticos. Ocurrió que Willy Hernangómez
sacó músculo y muñeca bajo el aro al tiempo que Abrines se significó desde la periferia, dos
triples seguidos como dos soles. Fue, en cualquier caso, un oasis, pues los azulgrana se
precipitaban en los tiros mientras que en la canasta contraria se significaban Petrusev y Canaan
con muchos puntos en las manos, también con alguna que otra vacilada hacia el público que
encendió al Palau, ya de por sí caliente tras una antideportiva señalada sobre Vesely, que no
tenía la noche por más que fuera su 34 cumpleaños. Problemas sin la pelota entre las manos y
jauja para un Olympiacos que alcanzaba el entreacto con la sonrisa en la cara (35-44).
Tampoco
le sirvió el reposo al Barça, que seguía jugando un baloncesto entre cloroformo, grogui de
principio a fin, incapaz de decir la suya ante un Olympiacos que se imponía desde la defensa y
que encontraba en McKissic y en Williams-Goss el trampolín para ampliar las distancias.
Pretendió Ricky Rubio argumentar lo contrario, robos y asistencias, también un triple. Pero con
eso no alcanzaba, un Barça poco Barça, atasco morrocotudo. Tanto, que inició el último capítulo
con ocho de desventaja (54-61). Ocurrió entonces que el equipo azulgrana elevó los vatios en la
defensa y que Hernangómez se convirtió en el Hulk bajo los aros, impulso que dejó el envite en
un corchete (58-61), repetido de nuevo con un par de triples de Laprovittola y Ricky (67-69),
que seguía con el frac puesto, más robos y más asistencias, más triples. Pero cuando todo
parecía coger color, volvió a desordenarse el Barça, castigado por las personales, sobrepasado
por el físico del rival y por la muñeca de Canaan, garrotazo de los gordos para empezar.